Hace dos años, por fin hice ese viaje por carretera a la Columbia Británica. En un auto lleno hasta el tope, cuatro personas llegamos a Fernie al anochecer y nos dirigimos directamente al restaurante bar The Brickhouse Bar and Grill, que es toda una institución local, y en menos de una hora, estábamos charlando ahí con un patrullero local, un miembro del consejo local y un par de propietarios de tiendas.
Fernie Alpine Resort es famoso por su nieve ligera y esponjosa que parece talco y por sus vastos terrenos. Cuenta con pistas enteras que serpentean entre cedros centenarios, grandes vistas sobre el valle del río de las Rocosas y una enorme pared de roca que sirve de fondo para las cinco cuencas, cada una con su nombre. Pero incluso esa descripción se queda corta. Lo que me fascinó fue algo más que el esquí de categoría mundial: la cultura relajada de este pueblo minero convertido en meca del esquí.
El resort de esquí se fundó en 1961 y sigue manteniendo una mentalidad de la vieja escuela: “mantente relajado y relájate más”. En Fernie, todo el mundo está allí para pasarla bien; a nadie le importa lo que lleves puesto o lo elegantes que sean tus esquís. Y aunque encontrarás servicios de primera clase, como lifts de alta velocidad y una gran gastronomía, todo ello lo tendrás en un ambiente sencillo, amistoso y relajado.
Esa misma actitud se vive fuera de las pistas de esquí, ya sea que estés surcando la nieve en una fat bike (bici de nieve), deslizando piedras de curling o patinando en una pista de hielo al aire libre. Después de la actividad, puedes seguir disfrutando del ambiente festivo durante el popular festival Griz Days.