Los indígenas de Columbia Británica y de todo Canadá sufrieron muchos horrores con la colonización. Fueron diezmados por enfermedades y expulsados de sus tierras ancestrales, y sus culturas fueron proscritas. Parte de la criminalización de sus culturas consistió en la eliminación o destrucción de todos los signos externos de su espiritualidad, patrimonio y arte. En el caso de los Nisga’a, esto significó que su casa monumental y sus postes conmemorativos fueron derribados y sustraídos por misioneros y agentes indios federales que los vendieron a comerciantes. Los objetos más pequeños, desde los sagrados hasta los cotidianos, también se vendieron para obligar a los Nisga’a a asimilarse.
Stephens cuenta que algunos de los suyos trataron de esconder ropajes y otros objetos ancestrales, pero los atraparon. Todo lo que habían escondido fue recogido y quemado. Así que dice que se las ingeniaron mejor para esconder cosas. “Tomaron los postes de las casas que habían cortado y los metieron dentro de sus casas. También enterraban cosas”, dice Stephens. “La gente todavía encuentra cosas que estaban escondidas”. Luego me enseña un viejo tocadiscos. “Hasta utilizábamos su tecnología”. Explica que cuando sus antepasados cantaban sus propias canciones, alguien estaba atento y “si alguien venía, ponían rápidamente un disco”.
Al aprender de Stephens mientras explica en qué consisten los objetos del museo, empiezo a entender por qué las visitas son guiadas por jóvenes Nisga’a. Tener la oportunidad de aprender sobre esta Nación directamente de un miembro de ella ayuda al entendimiento entre culturas, pero lo que ocurre con el joven personal del museo es aún más importante. “Somos un museo enfocado en contar historias”, dice Theresa Schober, directora y curadora del museo. “Así que los jóvenes suelen enseñar mientras aprenden”. Esto es algo que, según ella, ayuda a los jóvenes a sentirse orgullosos de su cultura y a establecer una conexión con sus mayores.
Hacer que los visitantes se introduzcan en la cultura Nisga’a es importante, pero “¿dónde preferirías aprender sobre los Nisga’a? ¿Aquí o en una institución europea?”, pregunta Schober, y afirma que esta es sólo una pequeña parte de la función del museo. “Estos son bienes culturales que fueron sacados del valle desde finales de 1800 hasta principios de 1900”. Schober prosigue: “El museo da a los ciudadanos la oportunidad de interactuar con sus propias posesiones ancestrales”. Schober explica que, en la temporada baja, el museo se cierra a las visitas públicas para dar al pueblo Nisga’a la oportunidad de volver a conectarse con sus pertinencias y restablecer en privado sus relaciones culturales sagradas, algo que les es esencial para sanar.